lunes, 8 de febrero de 2010

Cavilaciones frente a un pay de manzana

De repente me gusta, por diversión (vaya forma de entretenerse), saber qué es lo que me meto a la boca. Reviso los ingredientes de todo y, de ser posible su origen. Ayer fue así:

El primer ingrediente, manzana verde. Estuvieron un poco mezcladas, unas de las grandes, bonitas e insulsas que importamos de Estados Unidos ("Washington"), y las otras pequeñas, sabrosas y sin etiqueta, que me imagino que son de Chihuahua. Luego azúcar morena (que me imagino de los cañaverales de Veracruz, y procesada en los Estados Unidos), canela (que ni idea de dónde venga), nuez moscada (de Indonesia, o tal vez de Granada), clavo (¿?), gengibre (¿?) y almendras (¿?). También un poco de harina (de trigo, según del Estado de México), y mantequilla (de leche, que proviene de las vacas, de la colonia de italianos en Chipilo, Puebla).

La pasta de galleta tenía mantequilla (idem), vainilla (que espero que venga de la huasteca, sin marca), huevos (de gallina, tal vez de las granjas de Bachoco en el norte: hormonas, GMOs, cajas minúculas), harina, maicena (fécula de maíz, espero que mexicano, aunque posiblemente la marca ya fue comprada por una transnacional), azúcar (de Veracruz, por supuesto), y una pizca de sal (de mar, o tal vez de alguna mina de sal; posiblemente de los megacomplejos de Coatzacoalcos).



Así las cosas, me tragué cosas de origen vegetal: cereales, semillas, frutos; de origen animal: gallinas y vacas; y de origen mineral: sal. Viniendo de por lo menos tres países distintos, pasando por las manos de por lo menos seis empresas distintas. Y eso el postre. En la comida igual mezclé maíz con trigo con frijoles con res con verduras con quién sabe cuánta cosa más de quién sabe dónde. A esto hemos llegado: Nos zampamos todo.

(y yo, por mi parte, la disfruto. Intento no pensar en los cientos de millones de malnutridos, aunque tampoco pasarme de la raya. Intento no pensar en los cientos de químicos añadidos, ni en las multinacionales que viven oprimiendo a los pequeños campesinos. Al fin, así es el mundo, y yo con él: contradictorio. Pero si no se disfruta la vida, ¿para qué vivirla?)

martes, 2 de febrero de 2010

Una amiga muy querida estaba videograbando escenas de una fiesta étnica, de migrantes zapotecos en la ciudad, por el día de la candelaria. Casi el clásico video romántico de la antropología en donde se busca plasmar que, frente a viento y marea, la identidad étnica sigue más viva que nunca. Pero resulta que para ella resultó todo un chasco: la mayordoma de la fiesta (digamos, la que se encargó de los detalles y sufragó buena parte de los gastos) era la alcaldesa, y los discursos que se dieron fueron proselitismo político (partidista, del partido en el poder desde que tenemos uso de memoria). Hasta regalaron morrales de color "rojo fiel", con la insignia del partido, como agradecimiento por haber ido a la fiesta. El grupo étnico en cuestión tomó las riendas de la política partidista. Coloquialmente, se volteó la tortilla, porque en casi todos los espacios en este país, los indígenas son el último escalón de la estructura social: triste realidad.

Paranoia de medianoche

Tengo la terrible sensación de que nuestra soledad está planificada, y a partir de esta sobredimensión del "yo". Paranoico. La soledad nos lleva a la impotencia, al sometimiento. Aunque, para ser sincero conmigo mismo, no creo que nadie en su sano juicio lo haya dispuesto todo para que así fuera. Y tampoco alguien desquiciado. Simplemente a esto nos lleva la lógica del sistema: aquello que beneficie al mercado, a nuestra costa (o a costa de otros, ya que el "nosotros" es muy laxo), es bienvenido. Nada lo puede beneficiar más que trabajemos como esclavos para estar con el mercado un poco más, esperando felicidad, u olvido. A excepción, tal vez, del trabajo esclavo o cuasi-esclavo en grandes partes del mundo, incluyendo a mi dolido México.

Parte de este rollo es la tergiversación del multicitado término de "amor". No pienso traerles aquí una carta de san valentín, aunque ya estamos por esas fechas, ni llevar luz a su vida mostrándoles el camino, el verdadero sentido del amor, sino llamar la atención sobre la forma en que el amor ha sido traducido como amor de pareja. Uno mas uno, y punto. Se le llama el día del amor y la amistad, pero se piensa en novio, pareja, amante, esposo (y su correlativo término femenino). Buscar ese amor pensando que allí seremos por fin felices, o que las penas e injusticias de esta vida serán menos así, acompañados (tampoco este es un típico rollo misántropo, nel. Yo también quiero una pareja).

Pero solo es una adición de uno, uno mas uno. Puede ser una buena o una mala relación, pero allí acaba. (O, tal vez, allí empieza...) Los lazos se cierran al mundo, y todo se trata del adentro, del yo mi me contigo. Cuando mucho, se amplían los límites de mi ego, para albergar también a la pareja, y en algunos casos a los hijos (porque no todos tienen hijos). Toda la vida se puede enfocar en encontrar la pareja, y vivir con ella. No digo que sea cosa fácil. Pero la cosa está diseñada así. Se vive sólo con la pareja, y nadie más (bueno, claro, también los hijos). Muchas familias mexicanas todavía se resisten, albergando a tíos, abuelos, primos, protegidos y demás, pero la tendencia va para allá: conseguir una casa, solos, para vivir solos, en soledad acompañada. ¿no es antinatural?

(aquí quisiera decir el típico rollo de que ya no se puede saludar a nadie cuando caminas por la calle, cuando vas en metro, en micro, en combi, cuando esperas en la fila de no sé qué, cuando vas al cine, cuando estás afuera, en cualquier parte, como sea. Mirar y pasar. Un flujo constante de almas en soledad, amontonadas, rozándose, pero solas. Quisiera, pero reparo en muchas cosas. La ciudad tiene sus grandes ventajas, y una de ellas es que no se tiene a los del pueblo encima de uno, observando cada paso suyo, sabiendo cada detalle de su vida. Los secretos tienen su encanto. Y tampoco quisiera abrir mis lazos con toda la gente. Hay gente malvada, y hay gente con la que contrasto frontalmente. Y hay mañanas alicaídas en que sólo quiero pasar, de frente, sin mirar. Aún así me deprime ver mi imposibilidad de entrar en contacto con gente con la que simpatizo instantáneamente, sin mediar palabras. Y no volverlas a ver)

Yo creo que el rollo del amor va más allá. Extender los lazos más allá de mí, cada vez más. "El corazón tiene más cuartos que una casa de putas", dijo Florentino Ariza. ¿Cómo romper esta carcaza que tomo como mía, y seguir vivo, y no estar solo? (sí, lo sé: uno está solo cuando no sabe estar consigo mismo. Cuando solito se espanta, y huye). No sé, pero igual me alegraría saberlo.

Sistema es una forma de hacer las cosas. Es una forma de enlazar todos disímiles, para formar un todo articulado. Me lo repito una y cien veces, y no lo entiendo. Hoy solo siento al gran hermano, y a este sentirme solo. Pero es de noche. Hoy mis abuelos celebran la vida. Mis padres se duelen de la muerte. Mis amigos buscan su camino. La gente disfruta, y sufre, y vive y se siente sola. Tal vez es que no sé estar aquí, y que no estoy solo. Tal vez, tal vez. Yo busco compañía, esta noche. No pido más. ¿se puede?

¿Hola? ¿Hay alguien allí?

lunes, 1 de febrero de 2010

Hablo de tender puentes, y no he enlazado una sola vez en lo que va del blog. Ni información, ni media, ni personas. Es tiempo de ir cambiando eso...