sábado, 26 de diciembre de 2009

Lo que llega a producir una película

Anoche vimos una película, "Avatar". Nos llevó mi hermana, quería compartir con nosotros esa experiencia, y fuimos encantados. Fue impactante, lo fue (en gran parte por los efectos especiales): una buena película. Una muestra de la contradicción humana en enormes proporciones: una crítica suavemente lograda al ecocida sistema capitalista (ganar y ganar dinero sin importar los daños, y el que tiene más dinero manda...), a través de la producción de cine más cara de la historia. Financiada por algunos de los grandes megaconsorcios que rigen la economía mundial (que es alguna forma de autocrítica con un cinismo superlativo). Con el fin de lograr ganar mucho dinero a través de ella (y en el camino enviar un mensaje, quiero pensar). Y pagada por nosotros para recibir entretenimiento (y un mensaje, quiero pensar). En la película se resuelve de forma relativamente romántica (no quisiera contarla y arruinarle la experiencia a quien no la ha visto). En mi vida no se ha resuelto, no sé si eventualmente se logre resolver, y me cala hasta el tuétano.

Me hizo pensar mucho: Que somos parte de la contradicción (no es un sistema avasallador que viva fuera de nosotros y que podamos simplemente hacer a un lado). Que tengo que vivir con eso, y buscar de alguna forma de equilibrio (si no lo decido resolver en el exilio, en el psiquiátrico o en el fondo de un bote de pastillas). Que la solución también viene desde adentro. Que soy apenas una gota de agua en todo este alud de personas (¿qué será, una 0.000000000001 parte de ella?). Y que tengo que encontrar mi papel, para ayudar a que nuestro alud cambie de rumbo.

Tengo muchas dudas. "Cambiar el mundo, cambiar de rumbo...". Mi alma está inquieta, algo se avecina. También este país está a punto de vivir algo intenso, se siente en el ambiente. Este mundo se cae, y se remueve, y se cuestiona... y yo con él


viernes, 25 de diciembre de 2009

A imagen y semejanza de Dios



“A imagen y semejanza de Dios”… y sin embargo, no hay nada más humano que el dolor, el miedo, el odio, la frustración…

Mis ingenuos intentos de cambiar al mundo como lo conocemos, en el mismo sentido, podrían tomarse como típicamente anti-humanos. Y ciertamente, aquél que no gusta del mundo tal cual es, posee cierto grado de misantropía. ¡Qué desfachatez! ¡No estar de acuerdo con el mundo! ¡Querer cambiarlo!

Pero, ¡ah! Es que tampoco se da mucho a querer, que digamos…

A veces. Hoy no. Hoy es un lugar cariñoso, con personas que quieren, que buscan, que comparten, que aman. Afuera es otra cosa. Adentro hay vida. Adentro es vida…


Por cierto, comienzo mi etapa de diálogo con este curioso comic, "Calvin & Hobbes", de un gringo llamado Bill Watterson. ¡Que disfruten!

amor de mujer, amor de hombre





Amor de mujer, amor de hombre. A ellas no les importa tanto la belleza del hombre que tengan al lado, sino sentirse bellas a su lado; a los hombres no les importa tanto su propia belleza, sino la de la mujer que tienen a su lado. En cierta forma, es narcicismo contra voyeurismo. También, en cierta forma, todos hemos escuchado algo parecido. Las mujeres piensan distinto, sienten distinto, sus hormonas funcionan distinto, son criadas de forma distinta y con distintos fines, y todo el largo cuento.

Sin embargo, tenemos que terminar conviviendo, aún cuando la pareja termine siendo un total desastre. Los estereotipos no nos ayudan mucho en ese camino… (rosa es de mujer, azul de hombre; los coches son de hombres, las compras de mujeres). Y, por lo menos conmigo, no cuadran. Nos quieren acercar a un ideal que no me satisface, con fines oscuros; separar los caminos, hacernos distintos, y lo que espero es que seamos uno…

miércoles, 25 de noviembre de 2009

digresiones antropológicas

La lección suprema de la antropología, generalmente, me deja con un sentimiento de vacío casi inexplicable: Somos distintos, diametralmente distintos (distintas maneras de codificar la naturaleza, las relaciones humanas, el lenguaje, el pensamiento) y, aunque siempre existe la posibilidad de comunicación y compenetración (lo llamamos rapport, aunque no es más que la posibilidad de una empatía trans-cultural), siempre debe tomarse con pinzas. Suele llevar a malos entendidos.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

beso esquimal

Ya le hacía falta un poco de imagen a este espacio. Lo inauguro así:




recetas de vida #2

Mientras más le doy vueltas, más me enredo. Tal vez sea la cosa más lógica, tal vez no. El asunto es que criticar por criticar no tiene caso. ¿Y si los demás encontraron su rollo en tal o cual corriente, quién soy yo para criticarlos? Mucho más si todavía estoy en busca del mío. Sólo puedo decir que no es para mí. Todo va a tener un pero, lo sé de antemano, me conozco, ¿qué le voy a hacer? Y yo también, tengo mis peros. Una vez más, me conozco (o me voy conociendo, con eso de que estoy chamaco). Estoy cansado. "Ya no quiero criticar, sólo quiero ser un enfermero", diría Charly García. Entonces, ¿Cuál es el chiste de la entrada pasada? No lo sé, así que doy por concluida temporalmente la sección, por lo menos hasta que encuentre alguna excusa que me sea plausible. Cambio y fuera

jueves, 29 de octubre de 2009

Lluvia samurai

— “¿A dónde vamos, mamá?”

Juan Pedro Luis se encontraba en ese momento en plena pelea con una hormiga; la intentaba dirigir hacia la orilla de la banqueta con un palito, pero ella necia que necia no se dejaba, y apenas se descuidaba un poco Juan Pedro Luis, la hormiga ya había desandado la mitad del camino. Era una de las negras, grandotas, que se mueven muy rápido, aunque no pican tanto como las rojas del mismo vuelo, o las chicantanas.
(“estoy segura de que tenía otros diez pesos… ¿en dónde estarán…?”) Al parque, mi hijito (“¿los habré dejado en la mesa al salir? Tal vez se cayeron del bolso sin darme cuenta…”). ¿No te gustan los juegos del parque? Luego vamos a tomar un helado (“¡si es que nos alcanza!”) en lo que llega tu papá antes de ir a la casa (“¡aquí están! Menos mal encontré el cambio, que si no, no tendríamos para el helado ni para el camión”)

Juan Pedro Luis estaba ya cansado de esperar. Todos los jueves era lo mismo: comer en cualquier lugar en donde NO tenían juegos para niños ni papitas fritas, luego esperar una eternidad en lo que pasara un camión a quién sabe dónde, en donde su mamá intentaba entretenerlo en lo que llegaba su papá con el coche. ¿Por qué no lo dejaban quedarse con Jorge? Él tiene el mejor videojuego, ¡y tiene dos controles! Y los zapatos le apretaban. ¿Por qué no le compraron los de lucecitas que tiene Jorge?
Cuando por fin logró que la hormiga llegara a la orilla de la banqueta, llegó el camión. Arriba, sólo podía hacer dos cosas: molestar al señor que se sentara enfrente, o voltear hacia fuera; no había ningún señor enfrente. Se puso a observar las nubes. Había una algo extraña; primero le pareció que era como un dragón con un cuerno muy largo, pero al final se convenció: era un samurai, como los de la película del sábado…

Comieron un rato y se acostó con su madre a descansar. Los columpios del parque estaban rotos; sólo quedaba la resbaladilla, que era muy pequeña. El niño se acostó en las piernas de su madre, y volvió a voltear a ver las nubes. “Si ves por un rato, encontrarás el alma de la nube volando dentro de ella”, le contaba su madre, mientras acariciaba su pelo. El niño veía y veía: un rinoceronte, un antílope africano, un pastel de chocolate con fresa y un samurai japonés con espada medieval; de hecho se parecía mucho al samurai que había visto en el camión… sí, era el mismo, aunque ahora parecía estar esperando algo. Juan Pedro Luis se volvió para observar el pico de Orizaba, más cerca y claro que nunca. Y una nube salió detrás de él, primero larga, luego acolchonadita y se estiraba y se encogía como masa de sal en manos del viento. Y por fin salió: una tortuga blanca, gordita, con los brazos y piernas estirados, como volando. “¡Esa de allá parece una tortuga!”, le dijo a su madre. Volaba lento, como admirando el paisaje, o como si algo pesado le estuviera estorbando.

En el camino se comió un pedazo del pastel de chocolate con fresa, y por un rato no se distinguió nada entre ese revoltijo. Luego la tortuga adquirió mucha velocidad y tropezó con el rinoceronte, que se convirtió en un jaguar dientes de sable y lo persiguió por medio cielo, acelerando el paso para alcanzarla, y la tortuga para no ser alcanzada.

-“Las tortugas son muy rápidas cuando tienen miedo” -¿Qué pasó, mijito? -“Nada, mamá”
La tortuga voló tan rápido que perdió de vista al jaguar, que se contentó con perseguir al antílope africano que estaba cerca. La tortuga cruzó otro monte, un río y un precipicio, y llegó al templo del samurai japonés con espada medieval, que parecía haberla estado esperando. Primero la saludó, pero se acercó cada vez más hasta que le cortó la cabeza con su espada medieval, y ambos cayeron, derramándose, hacia el suelo. Cayeron en el monte, el río y el precipicio, en el parque que se comenzó a encharcar, en su mamá que lo cargaba con prisa intentando no mojarse sin lograrlo, en un señor ejecutivo con cara de pocos amigos y sin paraguas, y sobre el vidrio del coche del padre de Juan Pedro Luis; Juan Pedro Luis escuchó por un tiempo golpetear a la tortuga y al samurai, como saludando. Este respondió el saludo, muy emocionado por los charcos que iba a pisar al llegar a su casa.

-“Mamá, ¿falta mucho para que lleguemos?” -No, mijito, ya no falta mucho. Te puedes dormir, si quieres, en lo que llegamos.

Juan Pedro Luis se acurrucó acomodando su cabeza en las piernas de su madre, se despidió de la tortuga y del samurai con dos golpecitos, y durmió sin más. Su madre lo observaba sonreír en sueños, y le comenzó a acariciar el cabello.

“Hoy sólo quiso ver las nubes en el parque, parecía algo cansado; ¿cómo te fue en el trabajo?”…

jueves, 15 de octubre de 2009

Destrozando amores

Destrozando amores, corazón apachurrado
Y subiendo las colinas pedregosas del seguir con vida
Despertando al día, y la mañana araña sueños inconclusos con sus manos
Caminando a pies cansados, realidad, trabajo, soledad cansina
Y el sentirse abandonado
Todo pesa cuando el mundo gira…

Despidiendo amores, corazón atribulado
Y el pasado es todo lo que queda
La noche llega, y al volver los pasos todo parece lejano
Desvelo ajado, y el recuerdo, herida, iluso engaño,
Y un adiós que nunca llega
Si no caminas adelante, eres fantasma, espectro, espanto,
pena…

Despierta al mundo, corazón aletargado
Abre tu supermercado, y vende caro
Si el mundo, despistado, se mira en el espejo y tú no estás allí
Y el mar de gente te traga y luego escupe porque sí
Canta, pues
Canta un mar, canta un dolor y un sueño
Canta al misterioso más allá de tus fracasos
Que si no hay nada
nos queda el canto

Dan ganas de vivir

Encontrar que la vida es gozosa. Descubrir que es gozosa, que es gozosa más allá de las palabras, y en palabras. Más allá de las frases hechas, de cursilerías de novio de secundaria, de las tonterías en libros de autoayuda. Que es gozosa en los gritos del vecino, en los ladridos de los perros del vecindario, que no dejan dormir. Que es gozosa en la humedad, y que hay cucarachas, y que hay gusanos, y una voz que dice que ya no le gusta nada. Que es gozosa en el insomnio por los ruidos y las culpas y portazos y sollozos y en recuerdos de ese niño que gritaba, que sangraba.

Que es gozosa en el olor a orines, que no hay agua, que no hay agua, que es gozosa aunque no hay agua. Que es gozosa con el corazón apachurrado, en una casa triste y sola, sin dinero, y no hay dinero, y no hay dinero. Que es gozosa porque es vida. Que es gozosa porque sí, porque hay aire y hay agua, aunque no haya agua y no haya agua. Que es gozosa porque hay gente, aunque uno de eso a veces se arrepiente. Que es gozosa porque promete siempre, y siempre pareciera haber algo más allá aunque a veces no parece. Que es gozosa porque el siguiente paso, el que le sigue, es la muerte.

Que siempre…, y aunque…, y a veces…, pero…, y no importa, que es así. Porque es gozosa porque sí. Que es gozosa porque se siente, intensa, a flor de piel, porque se mete en tus entrañas e insaciable te devora. Porque duele. Porque es vida. Porque se siente. Porque es vida. Encontrar así ese gozo masoquista, porque es vida, porque sí. Da ganas de vivir.

martes, 11 de agosto de 2009

Auto respuesta

¿No sería eso volverme un conformista? ¿no voltear al mundo, no hacer nada por lo que pasa (comunidades indígenas, migrantes, represiones estatales, transas políticas, intervenciones gringas, Centroamérica, Cuba, Venezuela, medio oriente...)? ¿No sería aislarme en una bonita casa de papel?

Y sin embargo, lo mantengo a medias: el rostro humano se pierde cuando sólo se observa el sufrimiento. Ni siquiera centroamericanos de paso, después de haber sido robados y secuestrados, se quedan estancados en el sufrimiento, y menos en el derrocamiento de un sistema injusto. Juegan futbol, platican sus vidas, cuentan chistes, hablan de mujeres, bailes, programas de televisión...

La vida se disfruta, o no tiene sentido. Los héroes sufridores ayudan mucho, pero cobran su cuota cargando un ambiente de amargura. Yo no quiero ser así.

Héroes e inconformes

En cierta forma, a veces me da por ser sistemáticamente inconforme, y no estoy a gusto con nada. Ahora todo está mal, el país de cabeza, el gobierno en foxilandia, el instituto en su burbuja, y yo que no salgo de mi vaso de agua. Antes, que una relación tormentosa, intensa, explosiva, y no había nada más. Que estoy chamaco, que no tuve una buena infancia, que lo que es no es lo que debería, que hay que trabajar y que mi vida bien gracias. Tristemente para mí, esos libros de autoayuda que me rehuso a leer seguramente tienen razón: lo que me queda es el ahora, a quien tengo más cerca es a mí. ¿O no es eso lo que dicen? No importa mucho, el caso es el mismo.

Canciones y temas urgentes, un país se desmorona y mi vida no me alcanza. ¿Cómo conciliarme conmigo y con el mundo? ¿Cómo no descubrir siempre que lo quiero cambiar porque no me gusta? ¿Cómo disfrutarlo todo, y compartir, y transformar, y estar en paz?

El mundo no necesita ya más héroes que nos carguen en su espalda para caminar. El mundo no necesita alguien que sufra en esta vida por todas las desgracias. No hacen falta mártires, no hacen falta soldados, no hacen falta profetas tocados por la mano de Dios que nos señalen el camino. El mundo necesita niños que vuelen papalotes, necesita señores que saluden en la calle, gente que disfrute de la vida y que la sepa compartir. Gente sencilla, gente activa, gente que se alegre y baile y cante con gozo a la vida.

El mundo necesita, y también yo. No agobiarme por la vida tan injusta, en todas partes donde observo. No querer salvar personas, aunque tampoco abandonarlas. Quemar ese chip sufriente y protector, que trata a las personas como niños, y a los niños como dependientes de todo. Si no, ¿qué es lo que le entrego al mundo, sino la misma mierda que me trago día a día a día?...
Estuve ayer repasando fotos. Clásica nostalgia, y el qué hubiera pasado si... en las fotos todo parece tan hermoso, de colores, ¡tanta vida! Son instantes que me marcan, aunque no hubieran pasado nunca. Yo te di mi diario, hice canciones, tomamos fotos, te dije sí, para siempre y cuanto dure sí, toda la vida. Paseamos poco, peleamos mucho, y nos amábamos, como fuera que eso fuera. Luego pasó, pasó lo que tenía que pasar, después de alargarlo algunos días, algunos meses, separaciones, reconciliaciones... y nos quedan fotos que siempre guardamos, cartas (las que no quemamos), esos peluches que nunca tiramos, y esta nostalgia que jamás termina, por un amor desenfrenado...

lunes, 10 de agosto de 2009

Cada quién se rasca como puede

Cada quién se rasca como puede
Cada quién con su locura y su dolor.
Cada quién solo se hiere, y ya no hay más, y se acabó.
Cada quién se ocupa de sus cosas, y se lame sus heridas,
Busca hallar una salida y está solo hasta el final.
Cada quién llora sus muertes y lamenta sus fracasos
Y levanta de su suelo el resto de su corazón con un recogedor;
Cada quién busca salirse de este circo a su manera, y también yo, y también yo…

Y si todo en este mundo fuera eso y nada más
Y si no tuviera junto al mío un corazón y muchos más
Si la vida fuera así, un mecanismo de defensa, una burbuja, una pantalla
No valdría ya nada el esfuerzo ni la pena
Tan sólo nos salva de esta mierda salir del caparazón
Quedar expuestos al vacío, amar sin más, dar, perderlo todo
Y una canción. Y una canción

miércoles, 13 de mayo de 2009

¿Por qué será que nos complicamos tanto la vida? La vida es simple, decía la mujer: es y ya. Y uno está que busque y rebusque un sentido trascendental, o tres patas a la mesa, alguna oscura razón de por qué uno estuvo tantos años en una relación atormentada, si bastaba con decir ¡basta!

Y aquí estamos, buscando laberintos en la plaza central. Una bronca, y "yofo-zafa-fofo". Nadie fue, nadie vio nada, así estaba cuando yo llegué. ¿Y por qué esas ganas enfermas de meterse en ellas para fregar nomás?

La vida es simple, simple como decir no, que no, jamás; simple como decir sí, por lo que dure, sí. Simple como estar al día, y disfrutar la vida. Simple una sonrisa, una lágrima, un te quiero, una rabia intensa y un tarareo de canciones a medio componer. Simple como alguien simple que no piensa más que en vivir.

Por algo ya está dicho, la sabiduría más grande se parece demasiado a la imbecilidad; aunque también la complejidad/complicación de alguien inteligente puede llegar a hacer cada estupidez...

jueves, 23 de abril de 2009

Los golpes de la vida... a uno le llegan de pronto, sin saber cómo llegaron ni por qué, sin que tengan pies ni cabeza, pero allí están: hacen ver que la vida es corta, que hay un mundo entero afuera de mí (y, muchas veces, del que no soy parte), y que las idioteces que comete uno (más frecuentemente de lo que quisiera aceptar) tienen consecuencias. Duelen, marean, provocan moretones y revoltijo tripas. Todo eso y más. Nos mueven el tapete, y caemos de bruces. Es probable que no podamos ver nada bien después de eso... pero el zarandeo bien que nos puede poner en nuestro lugar.

Me acaba de ocurrir uno. No estoy seguro de cómo salir de éste, ni del grado de consecuencias que vayan a acarrear. Por lo pronto estoy mareado, hastiado, y con ganas de poner la cabeza en cualquier lugar menos en donde está. Me quedó claro que no soy el dueño de mi vida. ¿Quién lo es al cien por ciento? A decir verdad, tenemos que vivir de algo; y luego están los compromisos sociales, y la familia (quienes tengan la dicha de tenerla), y todo el mundo influye en cada detalle que se sale de una norma que nadie sabe quién inventó.
Todo está preestablecido: vestimos lo que tengamos enfrente (tiene más variedad quien tiene más dinero, pero al final sólo podemos escoger), los peinados están preestablecidos, los usos del tiempo libre están preestablecidos, las corrientes culturales están encajonadas, todo está ya dicho. Bueno, no me hagan caso; aunque tenga algo de razón, son palabras dolidas de alguien ofuscado, buscando algo que sea realmente suyo, hecho de la nada social y debido únicamente a su soberana voluntad. Ta weno...

viernes, 3 de abril de 2009

Mis palabras se perdieron hace tiempo. Volví un día a mi casa, y ya no estaban. Se llevaron mi viola, mi ropa y mis zapatos. Se llevaron todo, y me dejaron todo lo demás. Hoy las están leyendo mis fantasmas y algún ¿Por qué se las llevaron? Las quería como si fueran mi parte más oscura, pero al parecer no: se fueron y yo sigo aquí. “Soltamos las palabras susurros al viento”. Ahora vuelan por el mundo, en las manos de un ratero. Demasiado apego, demasiado mundo material. Después de eso, sentí la liberación de quien no tiene algo que le retenga atrás, me sentí terriblemente libre. Y solo. Sin nada ya en la casa, tuve que aprender a convivir conmigo. Tampoco me daban muchas ganas de regresar. Ahora mis palabras vuelan del brazo de mi liberador. De vez en cuando las extraño. Espero que no vuelvan por acá…

martes, 31 de marzo de 2009

se buscan

Se buscan cazadores de dragones
Matadores de tiranos
Tejedores de ilusiones

Soñadores de otros tiempos, de otros mundos
Fumadores de promesas
Mapas nuevos de utopías

Vividores de poesías bellas
Que disipen los fantasmas que corrompen nuestras almas
Y oscurecen los caminos que no existen
Con los miedos que aún existen
Y se erigen imponentes, infranqueables, como muros invencibles
Vuelven impensable que otros mundos quepan en un mismo mundo

Y confrontar los miedos y prejuicios que amedrentan nuestra alma encarcelada
Y superar nuestros desiertos y fronteras, y dejar nuestras trincheras
Encontrarnos muy adentro, en los rincones que aún siguen vivos
Y descubrir, y despertar, abrir de pronto perezosos corazones
Luchar siempre contra todo y contra mí
Luchar siempre contra nadie en sí…

bienvenida

En el momento en el que intento probar algo, siempre me hago bolas. Me sale mal, no lo puedo evitar. No me sabe bien, me seca la boca, y siento que estoy siendo recontrafalso (¿Se han dado cuenta de qué falso se escucha alguien que dice que es honesto?). Así que esto no es para probar nada. No quiero decir que soy guapo y listo y tengo un corazón de pollo, que no lo soy o no lo sé (que no puedo decir que no me importa…)
Es más bien como un pensadero, en donde suelto las ideas que tal vez algún día retome y haga madurar. O tal vez sean chilaquiles con pollo, o una comida de sobras el fin de semana: De mole, de chile y de manteca. ¡Eso! Primero, la entrada. Apantallante, de sabor suave, algo que diga que lo mejor está por venir. Luego la sopa, tal vez alguna que otra idea y mis cabos sueltos. Luego el plato fuerte, en donde saco todo lo bueno de la alacena, los poemas, las densidades, los ex-secretos, las confesiones. El postre no lo he pensado… ¡la música! Una sobadita al alma. Así que bienvenidos, catadores de tiempo libre. Les aseguro que ninguno de nosotros puede saber lo que aquí nos espera…